domingo, 9 de diciembre de 2012

Carnaval de Barranquilla


Carnaval de Barranquilla



El Carnaval de Barranquilla, Patrimonio Intangible de la Humanidad, rinde tributo este año a Joe Arroyo. Guía para moverse con propiedad en la parranda más grande del país. 

En rigor, el Carnaval de Barranquilla dura cuatro días: esta vez, del sábado 18 al martes 21 de febrero. Pero lo cierto es que comienza un mes antes. En la práctica, esta Obra Maestra del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como lo declaró la Unesco, se inició ayer, con la Lectura del Bando en el estadio Romelio Martínez.  Con ese mandato solemne, que ordena "bailar hasta que el cuerpo aguante", seguido por la proclamación del "nunca más las penas", a cargo del rey Momo, arranca el evento folclórico de mayor prestigio y envergadura en Colombia.  

Para entender que el carnaval es mucho más que ríos de alcohol basta asistir a una Batalla de Flores, en la Vía 40, programada para el 18 de febrero. Por allí "pasan incesantemente frente a las tribunas, una fiesta en la calle y otras en las graderías, más de 200 grupos distintos en el desfile, que vienen desde Sabanalarga y Usiacurí, donde está enterrado el poeta popular y tan doliente Julio Flórez, infaltable en los tesoros del declamador; desde Galapa, donde se fabrican las máscaras y los atuendos que hoy abundan por todas partes, desde Tubará. Y desde las ciénagas del curso del Magdalena, Soledad, Palmar de Varela, Malambo", como relató en el 2005 el escritor y vicepresidente nicaragüense Sergio Ramírez. 
 De Macondo al Joe Arroyo 
Para Gabriel García Márquez, "el Carnaval de Barranquilla es la manifestación folclórica y festiva de la cultura popular del Caribe colombiano, la misma que alimenta mis imágenes y mi literatura". Eso le escribió a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en el 2003, cuando se debatía si la fiesta de 'la Arenosa' debía o no ser declarada Patrimonio de la Humanidad. 

"En un país afectado por la violencia, este carnaval es un espacio excepcional de convivencia pacífica y diversidad cultural", concluye el Nobel. 
 Pero si hay una persona que simboliza el carnaval es el cartagenero Joe Arroyo, hijo adoptivo de Barranquilla y embajador de sus fiestas por todo el mundo. La memoria del 'Centurión de la Noche', fallecido a finales de julio del año pasado, será honrada el lunes 20 durante el Festival de Orquestas, en el estadio Romelio Martínez. 

Este año, 30 agrupaciones locales y extranjeras competirán por el Congo de Oro, el máximo trofeo del evento, ganado tantas veces por el Joe (18) que la organización tuvo que inventarse el Supercongo de Oro para él. 

También se le rendirá homenaje póstumo a Etelvinia Dávila Turizzo, la Farota Mayor del Carnaval, como la llamó la Fundación Carnaval de Barranquilla el 23 de diciembre, al anunciar que había muerto en la Clínica Santa Cruz de Cartagena, a los 71 años. 

"De andar presuroso, Etelvinia, durante los cuatro días del Carnaval de Barranquilla, llevaba un bolso grande bajo el brazo, en el que cargaba pintalabios y polvos. Pero no para retocar su maquillaje, sino el de la legión de varones que le dan vida a las Farotas, danza que obtuvo bajo su liderazgo 17 Congos de Oro y 10 premios Joselito Carnaval desde cuando se propuso, en 1982, traerla desde Talaigua (Bolívar), donde nació", recordó la periodista Martha Guarín en  El Heraldo. 

Por supuesto, el carnaval también tendrá protagonistas vivos. Uno de ellos es el rey Momo 2012, Baltasar Sosa Noguera, el monarca número 18 desde que este personaje -creado a finales del siglo XIX- fue rescatado por iniciativa de la Fundación Carnaval de Barranquilla, en 1995.  

Sosa es un maestro artesano que ha conservado la técnica ancestral de elaboración de máscaras de papel maché. Por décadas, cientos han aprendido de él la manera en que se fabrican estos elementos festivos. Él y la reina del carnaval, Andrea Jaramillo Char, estarán al frente de esta fiesta, que ahora, más madura que en otros años, demostrará por qué es una de las festividades más importantes del país.

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